Recuerdo cada día

Recuerdo cada día
Cada instante en que tu fuistes mi mitad y mucho más fue sin dudar algo insuperable

Con su maldita fuerza

Cuando somos niños soñamos con cosas pequeñas, sencillas: un helado de fresa, una muñeca que llora y hace pis, o esa bicicleta que tiene el vecino del cuarto. Cuando nos hacemos mayores nuestros sueños cambian con nosotros, y se vuelven complejos, igual que nosotros. Y de repente la muñeca de trapo se convierte en un vestido nuevo. Pero los sueños se rompen en pedazos cuando se topan de frente con la realidad, porque la realidad a menudo es radicalmente distinta como uno cree que es. Las personas no siempre son lo que aparentan ser, ni las relaciones. Y mucho menos los sueños. Y esa realidad es la que se encarga de poner a cada uno en su sitio. Lo que uno cree que es negro, puede ser blanco. Y lo que uno cree que es blanco, probablemente sea de todos los colores del arco iris. Uno sabe como empiezan las cosas, pero nunca saben como van a terminar.